viernes, diciembre 22, 2006

Marionetas en las sombras

Como ya os he comentado a más de uno, me gustaría hacer un blog donde todos podamos participar poniendo nuestras creaciones literarias para compartirlas. Así que tras insistir a un amigo mío he conseguido que acceda a dejarme colgar una cosa. A ver si os animáis (y no miro a Tomás y a Raúl) los demás.


"Buenas:

Soy un amiguito de Nergal que vive en Valencia. El insiste en que tengo talento para escribir, aunque no sé si tendrá razón o que, yo creo que exagera un poco. Bueno, como me ha insistido le he dado permiso para que cuelgue un relatillo inconcluso que escribí hace unos años. Más adelante le pasaré algunos relatos más nuevos y si os van gustando que los cuelgue.

Un saludo.
Razyel."

MARIONETAS EN LAS SOMBRAS

Minos tira el cigarrillo antes de entrar en el oscuro callejon. Las nubes ocultan ocasionalmente la luz de la luna y la polucion la dispersa en mil sombras brumosas. El sonido metalico de las botas contra el suelo rompe el apacible silencio, mezclado con los ruidos de la urbe a sus espaldas.

- Aqui me tienes. - Minos mete las manos en los bolsillos, aguardando. Juguetea nervioso con una moneda con la punta de los dedos.

Una forma se retuerce lentamente en un mugriento rincon. Una garganta sucia e inhumana carraspea y una voz sibilina entona un chirrido molesto:

- Llegas pronto, brujo. - Un cubo de basura se arrastra debilmente mientras la forma se contorsiona en su rincon. - Pero Roña es buena... no te devorare esta noche.

- Permite que lo dude. - Minos tuerce el gesto despectivamente, el olor a podrido es repulsivo. - ¿Encontraste aquello de lo que hablamos?

- Siempre encuentro lo que los hombres olvidan, cachorrillo... Tu busqueda es antigua, y se remonta a los origenes del hombre. Es dificil encontrar eso que tanto te turba. - Unos ojillos maliciosos reflejan por un instante la debil luz que llega al putrido rincon, y unos leves suspiros guturales anuncian la risilla que emana del ser.

Minos frunce el ceño, la colera sube desde el estomago y el corazon se le inflama... El ambiente se carga de cierta estatica.
- No he venido a jugar. No quiero rodeos. Quiero nombres. Ahora... - La amenaza que exuda su voz paraliza por un momento los contorsionismos de la forma oscura.

- Mi delicioso cachorro... Siempre hay nombres. Los pergaminos de Scipio te ayudaran.

Una descarga de energia envuelve a Minos. Un ser de energia azulada habla con la voz del mago.

- A mi regreso me cobrare tu deuda... No podras escapar por siempre.

El ser azulado desaparece en un chispazo de pura energia electrica. El callejon se ilumina con un tono violaceo mientras el ser del rincon se arrastra a resguardo tras un cubo.

- Mi dulce aperitivo... Tambien hay siempre una salida.

A varios kilometros del callejon se alza un mausoleo, mas antiguo de lo que nadie recuerda. Es la tumba mas vieja del cementerio del norte, muy anterior a la construccion del mismo; nadie trae ya a sus muertos aqui. Simbolos cristianos se mezclan con rituales y ofrendas paganas, regalo para deidades nunca del todo olvidadas. Nadie osa acercarse de noche, todos los mendigos hablan del demonio que domina el lugar. Una luz azulada aparece en lo alto de una loma, seguida de un chasquido y de una forma humana. Las gafas de sol reflejan la luz de la luna, mientras los ojos de Minos examinan la antigua construccion. El trinario emite tres ligeros pitidos y Minos comprueba la pistola en la sobaquera.

- Siempre quise conocer a un conquistador romano... - Minos se acerca cautelosamente al Mausoleo de los Reyes.

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Minos tradujo la maxima latina inscrita en la entrada del mausoleo; "Gobernar incluso desde la tumba". Encarco una ceja y medio sonrio.

- Curioso adagio... solo a un muerto se le ocurriria.

Musito unas palabras apenas audibles en un idioma que escasos humanos pueden conocer. Pudo sentir como la proteccion de los seres divinos le habia atendido. Reforzada su determinacion se adentro en la compacta oscuridad de la tumba.

Apenas si llegaba algo de luz nocturna al interior. El polvo lo cubrian todo con el cruel abrazo del tiempo; sarcofagos, relicarios, inscripciones, estatuillas... Todo irremisiblemente corroido por el devenir de un siglo tras otro. La sala no parecia tener otra entrada o salida. Minos sintio como si mil ojos se clavasen en su nuca, observando a un extraño hostilmente.

Suspiro y cerro los ojos, alejando de su mente las desagradables sensaciones de agonia y desesperacion eternas que le comenzaban a embargar. No se extraño de que nadie se acercara a aquel lugar... el anfitrion no era demasiado acogedor. Intento concentrarse en las corrientes de aire que surcaban la estancia; pronto pudo vislumbrar en su mente el dibujo de los patrones de diferencias de presion a su alrededor, pero ninguna corriente parecia adentrarse por ningun otro rincon que no fuese la entrada. Abrio los ojos, contrariado.

- A ver... ¿si fuese un muerto que sistema de seguridad pondria?

Minos desconocia los secretos que la roca viva y la piedra podian revelar, estaba mas alla de su conocimiento arcano. Penso en alguna alternativa mientras escrutaba con vision perfectamente adaptada a la oscuridad todos los rincones del mausoleo. Entre un monton de cascotes encontro el craneo de un perro, extremadamente grande y de rasgos extrañamente siniestros y amenazantes. El esqueleto se arremolinaba entre los desechos. Fruncio el ceño y siguio explorando la estancia, tocando cualquier posible ranura o relieve capaz de actuar como una especia de llave. Penso que algun posible interruptor podria esconderse entre los restos mortales de alguno de los sarcofagos, y la idea de abrir y comenzar a buscar en el interior no le agrado demasiado.

Un agudo sonido de dolor estremecido le saco de sus pensamientos, desenfundando rapidamente la Walther P99 de la sobaquera. Un figura emborronada se abalanzo sobre el, atacando desde los limites de la vision de Minos. El brutal golpe por su costado derecho hizo saltar el arma por los aires mientras se debatia en el suelo con una cosa de famelica mirada verdecina, cual ente fantasmal sediento de sangre caliente. Con una fuerza desmesurada aplasto a Minos contra un sarcofago, cargando con la cabeza. Sintio como la proteccion que habia invocado antes de entrar le salvo de las heridas que salvajemente intentaba infligirle el ente. Por primera vez pudo observar que el esqueleto del perro era su atacante.

Atajando el terror que amenazaba con paralizarle concentro rapidamente sus energias en una descarga de aire arremolinado que estrello la cosa contra una pared, desconchandola con el coque.

- Igsha'lal deslorhe, Furlue'h sehyjai! - Minos gesticulo controlando las energias magicas que creaba su espiritu, enfocando un viejo sortilegio contra entes resucitados. El esqueleto se alzo de nuevo con un profundo gruñido que parecio provenir de mas alla del mundo de los muertos. Su fantasmal voz reverbero en la cupula, haciendo mas ominosa la amenaza. - Vale, no funciona...

El tremendo esqueleto observo con sus brumosos ojos verde brillante, cual perro de presa listo para avanzar, buscando un buen angulo de ataque, acercandose con un gruñido continuo, amenazante, hambriento... Minos se apoyo contra un sarcofago, preparando su defensa, dandose cuenta que este se habia abierto. Mirando con el rabillo del ojo observo como una mano desprovista de carne, excepto por un par de retales de piel podrida, estaba abriendo la pesada tapa de piedra tallada. Un escalofrio sacudio su columna vertebral, de arriba a abajo, poniendole la piel de gallina. Miro atemorizado como mas tapas de piedra se movian por toda la estancia, mortalmente lentos. Intentando controlar el terror primario que atenazaba su corazon cerro los ojos. El perro corrio un par de metros escasos y salto velozmente hacia Minos... estrellandose contra un muro invisible que protegia al mago, haciendolo trastabillar por la salvaje embestida.

Unos destellos de energia comenzaban a rodearlo, acumulandose en torno a su cabeza, canalizandola hacia brazos y piernas. Estaba en una posicion similar a una estrella de cinco puntas, alineando energia en un invisible pentagrama de energias esenciales. Una sacudida de corrientes primarias canalizo el conjuro, creando una especie de aura a su alrededor. Minos extendio una mano hacia el esqueleto del animal, cayendo este de pronto tras un chorro de poderosa materia espiritual. El esqueleto quedo inerte en el suelo, sin ningun rastro de animacion extraterrena. Se acerco al umbral, preparandose para abatir a los espectros que se alzaban.

- Venid pequeños... Este si funciona y lo he inventado yo.

El trinario emitio dos pitidos agudos, indicando que la carga deberia estar lista. El silencio se abatio sobre el mausoleo, roto tan solo por el arrastrar de pies descarnados. Una luz mortecina empezo a rasgar la noche desde el interior, con rapidos destellos similares a relampagos.

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- Sigo sin entenderlo... - Minos encendio un cigarrillo y se puso a juguetear con el zippo, distraido. Estaba sentado sobre una roca frente al mausoleo. El humo se arremolinaba en torno a su cabeza, danzando a la luz de la luna. Se coloco las gafas de sol en la frente, pensativo. Estaba cansado y no lograba hallar un camino a los pasadizos que sabia se hallaban en el subsuelo de la construccion. Se levanto y entro con paso cansino, apartando huesos secos y vestiduras raidas por el tiempo. Piso el craneo de un perro enorme, haciendolo añicos.

- Perdona chucho... - Minos observaba distraido los relieves inscritos en la piedra de la pared circular y el techo, intentando desentrañar algun secreto oculto. Estaban muy deteriorados, y dificilmente podria descifrarse algun mensaje de ellos, si es que alguna vez lo hubo. Pensaba continuamente en el mecanismo secreto que sabia abria el camino. Tenia cierta informacion al respecto de la entrada, pero no detalles exhaustivos.

- Joder, ¡claro! - Sonrio aliviado al observar unos jeroglificos inscritos en una plancha de metal circular en el centro de la cupula que coronaba la tumba, a unos quince metros de altura. Se asomo por un instante al exterior, expulsando aire y concentrandose, intentando asegurarse de que nadie interrumpiria su labor. No hallo signo alguno de vida en los alrededores y entro de nuevo.

Cogio un saquito color granate de un bolsillo de la garbardina, abriendo la correa que aseguraba el contenido y metio la mano. Lo guardo donde estaba y rapidamente se puso a entonar un cantico conocido, familiar, esparciendo unos polvillos levemente brillantes en un circulo en torno a el y sobre si mismo, acompañandolo de gesticulaciones leves pero concisas y de terminaciones vehementes. Miro de nuevo al techo y expandio los brazos, separandose los pies del suelo y levitando lentamente hacia arriba con una ultima oracion al orden cosmico. Se detuvo frente a la oxidada plancha metalica, examinando los relieves inscritos en perdidas lenguas arcanas y un saliente central, con forma de esfera. Examino las anotaciones que almacenaba en el trinario y comenzo a presionar los sellos en un orden especificado, cogiendo finalmente la esfera color bronce enmohecido y hundiendola en el techo, con un giro final hacia la derecha.

Un resorte sono con un chasquido sordo, y la negra estatua de obsidiana de un angel de rostro desfigurado y alas quebradas se hundio en el suelo, dejando libre tras de si la entrada a un pasadizo en el contrafuerte que custodiaba. Minos sonrio y descendio de nuevo. El trinario pito dos veces rapidamente, dando por concluido el algoritmo de decodificacion. Cogio el arma de la sobaquera y se adentro en el negro tunel que le aguardaba.

- Y bien, "el Africano"... ¿que mas regalos tendras preparados para tu humilde visitante?

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El aire del subterraneo era humedo, casi correoso. Minos se pregunto si alguna vez en mas de diez siglos se habria ventilado el lugar, la opresion del ambiente cargado era excesiva, con una cualidad eterna, asfixiante. La oscuridad era absoluta, un manto negro que se adheria al cuerpo de Minos, tratando de sofocarlo. Sin embargo podia ver en la completa negrura sin problemas, como cualquier persona podria hacerlo a la luz del mediodia, a pesar de las tinieblas que trataban de estrangular su animo y, quizas, su cuello.

- Si Edson, tranquilo, merecera la pena todo esto. Te prometo que lo merecera... O ardera todo en llamas. - Minos hablaba para si mismo, siseando iracundo. No le habia hecho ninguna gracia el recibimiento de arriba. - El conquistador sera amable y acogedor, o se convertira en el monton de polvo que deberia haber sido hace mucho...

De pronto una luz ilumino el goteante pasillo de roca viva, una serie de pequeñas esferas blancas brillaban vigorosas, suspendidas en el techo aparentemente sin ayuda alguna. Minos cerro los ojos con fuerza, doloridos, llevandose las manos a la cara con un grito de dolor.

- ¡La madre que....! - Minos se cubrio con un brazo, tratando de acostumbrarse a la nueva iluminacion. Amartillo el arma y continuo avanzando, despacio, con los ojos abiertos por una rendija. - Asi que el muerto quiere jugar... Pues bien, de acuerdo, vamos a jugar.

Con el rostro en una visible muestra de enfado siguio caminando por la roca toscamente excavada. El pasaje no habia dejado de descender hasta encontrar al fin un recodo, al cabo de una media hora. Se asomo con cuidado, utilizando sus sentidos misticos entrenados durante años. Vio que la roca desembocaba en un pasillo enlosado en suelo, paredes y techo. Las blancas losas tenian frescos dibujados con increible calidad, perfectamente conservados, pero de una edad considerable, alrededor de un milenio como minimo segun estimo Minos. Representaban escenas cotidianas de la epoca de la civilizacion romana, con nobles descansando en verdes jardines, comiendo frescas frutas servidas por esclavos de distintas razas, o cazando el extinto leon europeo, con lanzas y subidos en briosos corceles.

- No si encima tendra su corazoncito... Añora su tiempo, largamente agotado - Minos sonrio con sorna. Al fin y al cabo tampoco habia esperado un buen recibimiento por parte de aquel antiguo no muerto; su reputacion como anfitrion entre los entes sobrenaturales que sabian de el no era muy halagüeña. Habia venido a negociar, lo quisiese el muerto o no. Tenia medios, pero un ser tan antiguo debia ser indeciblemente astuto y manipulador. Suspiro dos veces, tranquilizo su mente y continuo adelante, doblando el recodo, andando con sumo sigilo.

El pasillo continuaba adelante, la humedad era mucho menor en esta zona, y un suave sonido desde la lejania traia lo que parecia una dulce melodia. Los frescos de las paredes no tenian desperdicio, y serian el sueño de cualquier arqueologo curioso. Y estupido, penso Minos, si se atrevia a entrar en este lugar sin el permiso de su dueño. Trago saliva con una sonrisa condescendiente consigo mismo y continuo, esperando no haber cometido la ultima estupidez de su vida.

Transcurridos unos breves minutos encontro lo que parecia la entrada a una estancia mucho mas alta y ancha, flanqueada por dos estatuas de suave y pulido marmol blanco. Las estatuas, de cuerpo entero, que reposaban sus pies en repisas en el suelo, representaban sendas mujeres con habitos de plañideras y tunicas de luto, y ambas lloraban por sus frios ojos de piedra blanca un fluido carmesi, goteando hasta el suelo, cubriendo sus vestiduras en un reguerillo.

- Es sangre fresca... - Minos fruncio el ceño, se preguntaba de donde la sacarian las estatuas. Su pose tragica clamaba al cielo por una injusticia infinita, llorando amargamente. Sin duda representaban una escena impactante, juzgaba Minos. - Bueno, pero no me asustaras con un pequeño truco como este.

Minos paso al lado de las estatuas. Por un momento se planteo si no habian sido de carne y hueso en algun momento del pasado, dado el realismo con el que habian sido creadas. La sala que habia a continuacion era enorme; el techo se perdia en las tinieblas, a mas de 30 metros, las paredes estaban repletas de estanterias, escudos y espadas de una antigüedad reconocible, pero en un increible perfecto estado. Las enormes mesas de caoba sostenian cubiertos de oro y plata, jarrones con vinos de olores afrutados y otros licores, fruteros cubiertos de piedras preciosas de talla exquisita, repletos de fresas, uvas y manzanas de enorme tamaño, platos repletos de manjares y carne asada, humeante aun, con especias que levantarian el apetito aun despues de un copioso banquete. Las finas columnas de estilo jonico se alzaban hasta el lejano techo, y las estanterias de roble sostenian jarrones y enseres de una manufactura magistral. Todo era de origen romano y clasico, y se conservaba de manera increible.

Con la boca abierta por la impresion, se giro rapidamente al oir unas repentinas pisadas y notar la interrupcion de la suave melodia de arpa que sonaba de fondo. Una figura de casi dos metros le observaba tras la oscuridad de una rica tunica de color purpura fino que le cubria el cuerpo entero, trenzada de hilos de oro y palabras que semejaban latin. Minos aferro el arma, inquieto; la imperturbable figura avanzo hacia Minos con vaporoso movimiento, sin hacer ruido alguno.

viernes, diciembre 15, 2006

Desirée

Desirée estaba preparando el baño. Ésta iba a ser una noche muy especial y quería que todo fuese perfecto. Había puesto en el hilo musical el disco que escuchaba mientras lo hizo por primera vez con él. El aseo estaba perfumado con incienso y sólo estaba alumbrado por la titilante luz de las velas. La bañera estaba llenándose con agua caliente y el vaho empezaba a condensarse en el espejo. Estaba muy emocionada con la idea de esta noche. Empezó a dibujar un corazón sobre el vaho con su dedo. Sonrío al sorprenderse haciéndolo, con su cara figurando en el centro del corazón.

"¡Mírate, qué tonta! Si pareces una niña adolescente"-pensó.

Fue a su habitación y cogió la primera rosa que él le regaló, ¡cuantos recuerdos! Ya estaba seca por el tiempo pero ella siempre la había guardado. La dejó suavemente sobre la repisa de la bañera, que seguía llenándose, y metió un dedo para comprobar la temperatura del agua.

"Ya casi está"

Vertió sobre la bañera unas cuantas sales de baño, cogió la rosa entre sus manos y, con suma delicadeza, comenzó a deshojarla arrojando sobre el baño de sales los pétalos. Se quitó la bata que llevaba y se introdujo lentamente en la bañera, reclino su cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

Después de unos minutos de relax escuchando esas tiernas baladas cogió el teléfono y le llamó.

"Roberto, ¿eres tú?"

"Sí, ¿quién llama? ¿¡Desirée!? ¿Eres tú?"

"Sí, mi amor. No he podido soportar todos estos años sin ti. Te veía con ella y sentía que moría por dentro y ya por fin he decidido poner fin a esta soledad. Siempre te he amado, Roberto; y esta noche voy a poner fin a mi vida porque nunca podré dejar de hacerlo. Te amo. Adiós"

"¡¡NOOOO!! ¡¡ESPE.."

Había colgado. Roberto no podía creer lo que estaba pasando. Últimamente no dejaba de pensar en ella, nunca había podido dejar de hacerlo, pero ahora con más intensidad aún. Él ya había rehecho su vida, pero cada noche llegaba la visión de Desirée a sus sueños para atormentarle. Y justo ahora que sabía que ella tampoco podía dejar de pensar en él, el destino venía a separarlos irremisiblemente.

Sin pensarlo dos veces salió corriendo de su casa. Por suerte ella vivía en un chalet a las afueras, a unos minutos en coche de donde el vivía. Montó veloz en el coche y condujo tan deprisa como le permitió el motor. En tan sólo unos minutos estaba en la puerta de su casa. Saltó la verja que separaba el exterior del jardín y corrió hacia la puerta principal. Intentó abrirla en vano y sin pensarlo dos veces corrió hacia la parte de atrás. Allí había un patio y una puerta ligera que con unos cuantos golpes cedería.

Se plantó ante la puerta y de una embestida, con una fuerza que sólo puede venir de la desesperación, la derribó. Dentro de la casa estaba sonando una canción, él la recordó al instante.

"Qué feliz era entonces,
no había pena, no había dolor..."

Toda la casa estaba a oscuras, corrió por toda la parte baja sin encontrarla y subió entonces al piso de arriba, donde estaban las habitaciones. También reinaba la oscuridad pero bajo la puerta del aseo se veía la trémula luz de las velas. La abrió y sintió la fragancia del incienso que tantas noches habían compartido. Con lágrimas en los ojos miró a la bañera y encontró a su amada con un brazo colgando por fuera. Su cuerpo brillaba resplandeciente con algunos pétalos adheridos a su pierna que sobresalía por la rodilla y su cara con una palidez mayor a la ya habitual en ella. Había una gruesa marca oblicua en la muñeca que veía y una espina de rosa manchada de sangre en la repisa de la bañera.

Él hincó su rodilla en el suelo y la sujetó delicadamente por su fino cuello. Ella no podía casi hablar y con un hilo de voz alcanzó a decir:

"Siempre te he esperado"

Él, llorando, puso suavemente un dedo en sus labios y dijo:

"Y yo a ti, mi amor. Y yo a ti"

Y dicho esto la besó. Justo al separar sus labios notó como se relajaban todos los músculos del cuerpo de Desirée, señal inequívoca de su muerte. La miró a la cara y vio una tenue sonrisa de felicidad. Apoyó muy lentamente la cabeza de su amada en la bañera para que el agua no borrase esa sonrisa y se levantó. Quedó mirándose por un instante al espejo y vio a un hombre destrozado. Su cara llena de lágrimas estaba enmarcada por el corazón que Desirée había dibujado.

Entonces brotó una expresión de determinación en su cara y automáticamente y casi sin pensarlo comenzó a desnudarse. Dejó la ropa a un lado y metió un dedo en la bañera.

"Aún está caliente el baño"

Cogió con ternura el cuerpo de Desirée y se metió en la bañera, dejando el cuerpo de ella sobre el suyo. Cogió la espina ensangrentada y dijo:

"Siempre has sido la primera en hacerlo todo"

Con un lento movimiento comenzó a abrir un surco en su muñeca. Notó como la dura espina iba abriendo sus venas una a una y sintió como descendía el calor de la sangre por su antebrazo. Abrazó entonces el cuerpo inerte de su amor y cerró los ojos mientras terminaba de sonar la canción:

"... me esperarías por siempre?..."


(Si te ha gustado el final y/o te has sentido identificado con alguno de los personajes, POR FAVOR NO LEAS EL EPÍLOGO.
Mentes enfermas.... sigan leyendo)

Epílogo

Roberto permanecía abrazado a Desirée mientras lo poco que le quedaba de vida emanaba hacia el exterior de su cuerpo en un lento fluir. Y murió... Sus músculos se relajaron y sus brazos dejaron de ejercer presión sobre el cuerpo de Desirée.

Desirée se levantó y salió de la bañera. Fue corriendo hacia el espejo y se miró mientras reía nerviosamente, como un deportista que gana la carrera en el último segundo. Estaba eufórica. Comenzó a moverse enérgicamente apretando las mandíbulas en una sonrisa que no podía contener mientras el cuerpo inerte de Roberto yacía en la bañera teñida de rojo. La vacía mirada que había en su rostro quedaba eclipsada por una turbante mueca de bienestar.

"¡Ha sido genial! ¡¡Mucho mejor de lo que había llegado a imaginar!!

Únicamente necesitó encontrar una prótesis lo suficientemente realista para simular la herida en el brazo y un tinte que pudiese pasar por sangre. El escenario que montó venía tan sólo de conocer cómo era Roberto.

"Qué excitante ha sido... ¡Se ha quitado la vida por mí! Y ese abrazo tan tierno, ¡jamás lo habría imaginado!"

Pletórica aún por su hazaña, Desirée recogió la bata y la metió en una bolsa. Se vistió con su mejor vestido y se fue al hotel en el que había reservado una habitación esa misma tarde. De camino arrojó la bolsa con la bata a un contenedor. Por la mañana volvería a su casa. El tinte ya estaría completamente diluído con la sangre y había pruebas de que Roberto había roto la puerta para entrar. Incluso tenía preparada ya la declaración que haría a la policía:

"Estaba obsesionado conmigo. Nunca dejó de llamarme, incluso a veces tenía la sensación de que me vigilaba. Quizás por eso sabía cuándo iba a estar la casa vacía y eligió ese momento para entrar y suicidarse. Dios mío, pobre Roberto..."

Entró al hotel y pidió las llaves de su habitación.

"¿Le ha gustado la ópera, señorita?"- preguntó el recepcionista

"Oh, un final increíble. Un amante desesperado que se arroja a la muerte"

"Ya no se escriben dramas como los de antes, ¿verdad?"

"No sabe cuan equivocado está..."

Y Desirée caminó coquetamente hasta su habitación con una sonrisa de satisfacción en la cara, sintiendo aún en su cuerpo el calor de Roberto mientras moría y la fuerza con que la abrazaba. Entró a su habitación, se desnudó, se sirvió una copa de vino y se recostó en la cama. Encendió una vela, apagó las luces y comenzó a acariciarse pensando en su excitante baño.

"¡Desde luego había sido una noche especial!"

miércoles, diciembre 13, 2006

La Dama

Bueno, a sugerencia de don Yhan y otras personalidades voy a dejar algún escrito de los que me gusta hacer de vez en cuando pero nunca enseño a nadie. Hago esto también porque pude experimentar lo que es el que te copiasen una idea y la estropeen. Dejando las cosas escritas me ahorro plagiadores.

Este escrito está inacabado y le faltan muchos retoques, pero os dejo ya la idea sobre la que tengo que continuar escribiendo.

LA DAMA


De lento e inseguro paso era mi caminar, cabizbajo marchaba, como buscando en los toscos adoquines del suelo una explicación a los infortunios de la vida. La gente pasaba a mi alrededor, caras anodinas, de estériles expresiones que me devolvían la mirada al sucio suelo. En mis oscuras divagaciones me hallaba cuando un destello me hizo levantar la mirada. Y entonces la vi, ahí estaba ella. Vestida de verde, con su capa como hoja de hiedra; emanando luminiscencia de su pelo dorado que brillaba como el Sol y de su cándida piel que era de Luna. De sus ojos verdes surgió un destello y con una sonrisa que sugería una atractiva inocencia me miró. Esa visión me conmovió y ya mi vista no volví a fijar en el suelo.

- "¿Cómo no podía verla la gente que la rodeaba?"

Para mí era como una luz más allá de la luz, la calle parecía estar oscura al Sol del mediodía cuando ella paseaba.

-"Ese ángel ha descendido del cielo para deshacer mis penas, he de conocer el nombre de tan bello ser que resucita a mi corazón"

Y con este pensamiento la seguí por toda la calle. Paseaba ella contracorriente a través de una marea de gente, pero parecía avanzar sin que nadie turbase su paso. Yo sin embargo luchaba por no ser arrastrado por la masa de gente que me empujaba y me hacía tropezar.

El mundo iba perdiendo consistencia, como si ya nada fuese real y sólo estuviese ella. El cielo ya no era azul; al igual que las personas y la luz del Sol, había perdido su color. Sólo estaba ella, el único color en la vida. Dejé de distinguir incluso las caras de las personas que me rodeaban, y la gente no era ya más que un borrón gris, una informe mancha a mi alrededor. Sus palabras llegaban pero no entendía lo que decían. Algunos me aferraban, como para detener mi avance; otros se apartaban; otros gesticulaban desesperadamente sin conseguir llamar mi atención; otros me empujaban hacia ella... Pero no importaba nada más que ella, la dama de verdes ojos y lumínica sonrisa. La seguí en estas circunstancias, perdiendo contacto con cuanto me rodeaba y cada vez acercándome más a ella. Y cuanto más cerca menos real parecía lo que me rodeaba y más pura la luz de la dama.

Llegó la dama a un recodo en la calle y, volviéndose, me dedicó una nueva sonrisa. Una sonrisa que se abrió paso hasta mi corazón a través de la oscuridad que la rodeaba. El mundo que nos circundaba ya no tenía formas siquiera, nada había salvo ella, llenando de vida el vacío que ahora era mi existencia. Pero ella seguía andando, tan sólo se volvió para dedicar una nueva sonrisa que aceleró mi corazón, galopante en mi pecho con una violencia inusitada. Ya no podía permitir que hubiese distancia más grande de unas decenas de metros entre ella y yo, pues toda la luz que había, toda la realidad que me rodeaba, emanaba de ella. Sin ella estaría perdido en el vacío, esclavo de la nada.

La Dama se acercaba a la entrada de un templo, la cual se hallaba flanqueada por columnas corintias y un frontón triangular coronándolo en el cual había un friso donde se podía leer "Omne Ignotum Pro Magnífico" La entrada estaba rodeada de una espesa bruma tras la cual se perdió la silueta de la Dama, pero no su resplandor tras de ella. Entré en el templo,y allí estaba la Dama parada y de espaldas a mí, con su capa y su pelo ondeando al viento. Me acerqué lentamente, con el corazón en un puño y extendí mi brazo hacia ella, rozando levemente su capa. Entonces la mujer se volvió con un rápido pero delicado movimiento, liberando una narcótica esencia de su pelo agitado en el aire; y entonces sentí la luz de su mirar, y entonces sentí el frío del acero en mi corazón. Caí de rodillas al suelo llevando la mano a la daga que había hundida en mi pecho. La Dama se arrodilló y llevó mi cabeza a su regazo con un movimiento suave, y empezó a acariciarme el pelo con una ternura angelical. Y con las últimas fuerzas que tenía miré con ojos vidriados a la Dama y, antes de expirar, intenté decirle:

-"Tan sólo quería saber vuestro nombre"

Pero las palabras no podían salir de mis labios, y las fuerzas iban apagándose en mi interior. Y mirando a sus ojos verdes paseé mi última visión por su rostro y ella me dedicó una última cándida sonrisa. Y cerré los ojos....

Oscuridad....

-"Mi nombre es Esperanza"