viernes, diciembre 21, 2007

La policía vela por nosotros...

Voy a salirme de la línea autoimpuesta que lleva mi blog de publicar sólo relatos y voy a contar una divertida cosa que me ha pasado ahora mismo. Todo viene de que a una persona le llegó un mensaje aparentemente mandado desde mi móvil. Yo, conocedor de que ese mensaje no lo había escrito yo, llamé a telefónica para decirles lo sucedido. Después de ver en los movimientos de mi tarjeta que, obviamente, no había mandado ese mensaje me denegarón conocer la procedencia, pero me indicaron amablemente que si lo denuncio a la policía a ellos les dirán el móvil desde el que fue mandado (o la ip del ordenador que lo mandó). Con éstas me presento en la comisaría de mi querido pueblo a presentar una denuncia. De primeras, el aguerrido agente que estaba recibiendo a la gente me intenta convencer de que eso es una chiquillada, que no hay delito ahí. Vamos, que no denuncie, que está muy feo eso de gastar un formulario para poner una denuncia que no incluya 35 asesinatos. Pero sigo en mis trece y le digo que aún así quiero poner la denuncia. Bueno, pues después de esperar un ratejo considerable me meten en la oficina de denuncias... ¡Tchanananán! una vez ahí dentro pensaba que no habría más obstáculos, pero no, el agente de la entrada era como esos masillas que salen en las pelis de lucha antes de llegar el "gordo". Bueno, empiezo a exponerle mi caso y una vez me ha escuchado el buen hombre me dice que eso no es denunciable, para lo cual me puso un bello ejemplo. ¡Qué digo ejemplo, parábola!:

- Mira, la mujer que se acaba de ir ha denunciado que le han robado una matrícula (pausa para enseñarme la denuncia. Curioso esto de que enseñen las denuncias de la gente). ¿Ves? Una matrícula es algo, tú no puedes denunciar nada.

- Verá, como ya le he contado, alguien se ha hecho pasar por mí mandando un mensaje como si fuese desde mi número.

- Ah, entonces te vas a denunciar a ti mismo, porque sale tu móvil. (poco a poco, la idea que intento transmitir va entrando en su cabeza, pero al hombre le cuesta).

- No, vamos a ver. Quiero denunciar que alguien ha suplantado mi identidad. El padre de un amigo mío fue comisario en Murcia y me ha dicho que está todo correcto.

-Y si se ha inventado la persona que te lo ha dicho que le han mandado el mensaje (pausa para llevarse el índice a la cabeza otorgándose así un gran aire de sabiduría).

- Verá, no creo que...

- No creo, no creo... Las cosas hay que saberlas. Tienes que traernos pruebas (¿entonces el trabajo policial en qué consiste?) Además, sólo ha sido un mensaje, ¿no? Si es sólo una vez no es delito.

- ¡Maravilloso! ¿Entonces si robo sólo un coche no pasa nada?

- Tú es que no quieres entender nada o yo soy tonto (me inclino por la segunda opción) ¡Si hasta te he puesto el ejemplo de la matrícula! (en este momento la denuncia dejó de ser mi principal preocupación que paso a ser el conseguir no reírme)

Aquí el buen hombre se levanta iracundo, sale del despacho y empieza a relatar mi caso a los tres rumanos que habían detenidos y al primer agente. Dicho esto entra el primer agente a hablar conmigo.

-Mira hijo, no te preocupes. No te va a pasar nada. Y yo te prometo que no van a haber más mensajes de esos (Oráculo dixit)


¡Genial! La escena de poli bueno, poli malo llevada al culmen. Y sin paliza ni nada. Jo, así da gusto.

- Bueno agente, si es que es muy fácil lo que digo. He hablado con telefónica, ellos saben quién lo ha hecho, sólo tienen que llamar ustedes y se lo dicen.

- Ah, bueno. Pero es que eso no es tan fácil, para que telefónica nos de esos datos hay que rellenar un formulario....

No, si mirándolo así es muy chungo. Mira las vueltas que me dais a mí por no rellenar uno. Al final me he ido ante la inutilidad de mi intento y de los agentes. Pero voy a ir a otra comisaría. No todos los policías tienen que ser así. ¿No?

Ah, señor agente, esto es lo que quería denunciar:

Código Penal (español) art 197:
DELITOS CONTRA LA INTIMIDAD, EL DERECHO A LA PROPIA IMAGEN Y LA INVIOLABILIDAD DEL DOMICILIO.
CAPÍTULO I.
DEL DESCUBRIMIENTO Y REVELACIÓN DE SECRETOS.
Artículo 197.
1. El que, para descubrir los secretos o vulnerar la intimidad de otro, sin su consentimiento, se apodere de sus papeles, cartas, mensajes de correo electrónico o cualesquiera otros documentos o efectos personales o intercepte sus telecomunicaciones o utilice artificios técnicos de escucha, transmisión, grabación o reproducción del sonido o de la imagen, o de cualquier otra señal de comunicación, será castigado con las penas de prisión de uno a cuatro años y multa de doce a veinticuatro meses.