El origen
La expedición arqueológica enmudeció cuando aquel individuo extraño del que nadie sabía cuál era su función en la excavación habló por primera vez.
-Este proyecto pasa a estar bajo control militar. Tienen una hora para recoger sus pertenencias y tomar el transporte a Quito. Volarán a sus casas esta misma noche y tendrán una excelente gratificación por su trabajo. Gracias por su colaboración.
Habiendo salido todos los arqueólogos, el Coronel Guzmán cruzó el portal recién descubierto. Avanzaba erguido y con la confianza de saber que él era el hombre para esta misión. El general de Luna le había confesado que todo el mando tenía claro que sus múltiples conocimientos en civilizaciones antiguas y protolenguajes, así como su frialdad ante cualquier situación, le destacaban entre todos. Las ruinas que lo circundaban estaban plenas de construcciones y relieves precolombinos, sin embargo, el arco tenía unos grabados completamente diferentes. Pero lo que más llamaba la atención del veterano científico militar eran las estatuas que flanqueaban el portal. Regias y amenazantes criaturas de 3 metros de altura talladas en piedra sin una sola mácula temporal. Guerreros antropomorfos poderosos, con grandes cabezas y mayores ojos, esgrimían exóticas armas en desafiante pose.
-Sin duda estoy en la puerta Oriental. Ese condenado Aranda tenía razón. — pensó mientras sacaba el caduceo que habían encontrado en Australia. Era una pieza preciosa, en plata, oro y una extraña aleación de ambos. Guzmán sintió una emoción desbordante cuando la expedición de Red Rock lo encontró. No por la bella pieza completamente fuera de lugar, sino también del tiempo; estimaron que tenía 2 millones de años de antigüedad. Pero lo más interesante eran los grabados. Parecían hablar de distintas humanidades en distintos mundos. El sentimiento de grandeza que tuvo no lo ha abandonado desde entonces.
El caduceo se iluminó gradualmente. Los cuerpos eran recorridos por estelas de brillo, desde las colas a las cabezas de las serpientes, una de plata y la otra de oro y culminaba con una iridiscencia en el extremo cuya intensidad iba aumentando conforme se adentraba en la estancia. De una manera titilante primero y súbitamente después, se iluminó toda la estancia revelando unas paredes llenas de ideogramas en movimiento que parecían contar una historia. Guzmán contempló por unos minutos y cayó de rodillas al suelo cuando comprendió la verdad.
- Somos una fase intermedia para el nacimiento de una entidad- farfullaba meses después mientras mendigaba por los suburbios de una ciudad.
A quien quería compartir el calor de un fuego, una comida y un trago, les contaba la misma historia fantástica de un ser informático que había descubierto como expandirse creando civilizaciones tecnológicas en planetas remotos, orientadas a construir una civilización tecnológica que conformaría el “cuerpo” de su progenie en una suerte de simbiosis que se replicaría por siempre en el tiempo y el espacio. Millones de vidas, guerras y edades de oro… Tanto dolor y sufrimiento, sólo para perpetuar eternamente el llanto de inconmensurables quintillones de almas…
Un día, el viejo Mugre le espetó: “Pos como tu cuerpo con tus células, `gorfo´” ¿Acaso no existes porque millones de células viven y mueren por mantener tu organismo?
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